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Talcott Parsons: El Realismo Analítico y la noción de Marco Conceptual de Referencia para el análisis de la acción social

1.3. El Realismo Analítico y la noción de Marco Conceptual de Referencia para el análisis de la acción social.


            Para Parsons, la sociedad en tanto fenómeno emergente en la realidad empírica, no puede ser descompuesta para ser analizada. Es decir, como fenómeno organizado que se expresa en el plano de la realidad, la acción social no es susceptible de ser descompuesta, dada su naturaleza intrínseca. Sin embargo, la realidad es posible de examinar a partir de un conjunto de categorías analíticas que permiten su descomposición en un conjunto de componentes y relaciones, de modo que es posible realizar observaciones sistemáticas de ella, como también es posible formular generalizaciones sobre un conjunto determinado de fenómenos de la realidad concreta. Esto quiere decir que la realidad sólo se puede descomponer mediante operaciones analíticas. Es por esta razón que el autor hace una importante distinción entre el plano analítico y el plano empírico de la realidad. Como indican Rodriguez y Arnold[1], haciendo referencia a la postura epistemológica de Parsons: “Cada teoría ofrece categorías y formas de conexión entre ellas, y es con este instrumental que el investigador obtiene los datos de su investigación. Ello significa que los hechos no constituyen verdades universales, sino que su surgimiento se encuentra referido a teorías específicas respecto a lo social. Los datos, en consecuencia, son afirmaciones sobre la experiencia, hechas en relación con un esquema conceptual que otorga un ordenamiento significativo a esta experiencia [modelo]… la realidad ha de cobrar sentido desde las categorías analíticas que se refieren a ella. El realismo analítico de Parsons nos remite a una teoría cuyos conceptos son reales en la medida que con coherentes. La verificación de esta teoría no se produce en referencia directa a lo empírico, sino en términos de su propia coherencia interna”.

            Como se puede apreciar en la postura epistemológica de Parsons, toda observación sobre la realidad, sea o no sea científica, está referida a conceptos, implícita o explícitamente formulados: “no hay conocimiento empírico que no se haya, en algún sentido y hasta cierto punto, formado conceptualmente… toda observación lo es ‘en términos de un esquema conceptual’. Esto no sólo es cierto de la observación científica elaborada sino también de las exposiciones de hechos más simples y de sentido común. Los esquemas conceptuales, en este sentido, son inherentes a la estructura del lenguaje…” (Parsons: 1968, p. 63-64, cursivas y negrillas agregadas). Para el autor, la más simple de las afirmaciones referidas a la realidad cobra sentido y coherencia a través de sistemas categoriales, donde el lenguaje es el sistema implícito de categorías más fundamental para el ser humano. Sin embargo, el análisis científico de la realidad exige trascender las categorías lingüísticas del sentido común, confeccionando marcos descriptivos coherentes y consistentes, de manera lógica y racional: “De las consideraciones que acabamos de hacer se desprende que la descripción de los hechos supone un esquema conceptual en este sentido. No es una mera reproducción de la realidad externa, sino una ordenación selectiva de la misma. Cuando la observación científica empieza a trascender el sentido común y se hace hasta cierto punto, metodológicamente sofisticada, surgen esquemas explícitos que cabe denominar ESQUEMAS DESCRIPTIVOS DE REFERENCIA. Estos… son modos de relaciones generales de los hechos implícitos en los términos descriptivos empleados” .

            Como se puede observar, la noción de Marco de Referencia es esencial en la concepción teórica de Parsons: es lo que finalmente permite referirse a la realidad empírica y darle forma a través de categorías analíticas comprendidas en los marcos conceptuales utilizados por los observadores científicos. Un marco conceptual de referencia es un sistema de categorías interrelacionadas lógicamente que permite a través de sus interconexiones internas, delimitar los elementos y definir las relaciones componentes de un fenómeno empírico, la descripción de hechos (es decir, la generación de datos) y la derivación de afirmaciones lógicas en relación a fenómenos empíricos analizados sistemáticamente. Como se puede apreciar, un marco de referencia es un sistema nominativo que no tiene existencia en el plano de los fenómenos empíricos (que en este caso quiere decir, existencia física, material), sino que se sitúa en el plano de las categorías ideales. En este caso, realismo analítico significa que la realidad empírica sólo adquiere sentido y coherencia lógica mediante el uso de sistemas de categorías de análisis de carácter ideal. La realidad, su descripción, sólo es posible mediante tales esquemas (la realidad no “habla” por sí misma, se la hace hablar); ella – la realidad- transcurre de modo independiente en el plano de los fenómenos empíricos, los que nunca pueden ser completamente abordados, contenidos y comprendidos por los sistemas de categorías conceptuales.

La específica definición del concepto de HECHO científico proporcionada por Parsons es ilustrativa de la relación que en el proceso de análisis, se establece entre sistema de categorías (plano nominal-ideal) y la realidad (plano empírico-real): “se entiende en este estudio por hecho: una ‘afirmación verificable empíricamente acerca de fenómenos, en términos de un esquema conceptual’… La cuestión es que un hecho no es, en sí, un fenómeno, sino un enunciado acerca de uno o más fenómenos. Todas las teorías científicas se componen de hechos y de enunciados de relaciones entre hechos en este sentido [ ] Un sistema de teoría científica es generalmente abstracto precisamente porque los hechos que engloba no constituyen una descripción completa de los fenómenos concretos implicados sino que son enunciados ‘en términos de un esquema conceptual’… La distinción entre un hecho, que es un enunciado acerca de fenómenos, y los fenómenos mismos, que son entidades concretas y realmente existentes evitará mucha confusión [ ] A efectos de cualquier esquema conceptual, hay una descripción ‘adecuada’: la determinación de un número suficiente de hechos importantes. Este es en general, muy inferior al número total de hechos que cabe conocer acerca de tal fenómeno… La estructura del sistema teórico determinará que hechos son importantes”. Como se puede observar, las características y formas que adopten los hechos, entendidos como descripciones de la realidad empírica, depende de los sistemas de categorías analíticas que se utilicen para su examen. Puede haber tantos hechos respecto de un mismo fenómeno como sistemas de categorías que se utilicen para analizarlo. Lo que hace un marco conceptual de referencia es establecer una relación (hecho, descripción) entre el plano de las categorías ideales que hacen posible el análisis de la realidad, con el plano de los fenómenos empíricos.

            La relevancia de los marcos de referencia para la ciencia está dada por las funciones que cumplen en el desarrollo de las tareas y actividades de investigación: “Los hechos sólo pueden ser descritos dentro de tal esquema. Pero su descripción dentro de él se realiza la función de definir un ‘fenómeno’ que debe ser explicado. O sea, que entre la gran masa de observaciones empíricas posibles seleccionamos las que, al mismo tiempo, son significativas y ‘están asociadas’. Sirven pues para caracterizar los aspectos esenciales de un fenómeno concreto, que entonces se convierte en un objeto de interés científico” (Ibid., p. 66). De esta forma, se tiene que un marco de referencia cumple básicamente dos funciones: hacer posible la descripción de los elementos constitutivos y atributos de los fenómenos en estudio (describir hechos) y establecer relaciones lógica entre tales elementos y sus atributos. Para Parsons, una vez que el objeto de estudio ha sido descrito a partir de un marco de referencia, surgen los problemas metodológicos relacionados con la naturaleza de la explicación científica, lo que se relaciona con la idea que tiene sobre la forma en que operan las explicaciones teóricas: “La explicación teórica exige que [un objeto de interés científico] se descomponga en elementos más simples, que sirvan como unidades de uno o más sistemas teóricos, de acuerdo con los cuales será explicado”.

Esta noción sobre la forma en que opera la explicación científica teóricamente fundada, comporta una importante dificultad metodológica, que se relaciona con el carácter que presenta el objeto de análisis en este caso: dada la naturaleza orgánica del orden de los fenómenos sociales, sus características son esencialmente emergentes. Por esta razón, un proceso de descomposición del objeto en elementos que lo integran, es estéril e inviable a la vez. “La principal dificultad del trato del concepto de ‘parte’ o de ‘tipo’ de esta clase deriva de una circunstancia: que las entidades concretas con las que la ciencia tiene que tratar, tienen, en diversos grados, una propiedad generalmente llamada ‘orgánica’. O sea, que el todo integrado por las partes en cuestión puede, en mayor o menor medida, ser un todo orgánico [ ] La misma definición de un todo orgánico es la de aquel en cuyo seno las relaciones determinan las propiedades de las partes. Las propiedades del todo no son el mero resultado de las últimas… Y en la medida que esto es cierto, el concepto de ‘parte’ adquiere un carácter abstracto y, en realidad, ‘ficticio’. Y es que la parte de un todo orgánico no es ya la misma una vez separada, fáctica o conceptualmente, del todo.” (Ibid., p. 68; cursivas agregadas). Esto no significa que la realidad no pueda o no esté compuesta de elementos concretos; sólo que si se desea observar un determinado grupo de fenómenos reales, la descomposición de ellos en sus partes ‘desvanecerá’ el conjunto de características que lo definían como un objeto de determinado tipo. Ello se debe a que las características que especifican a un determinado conjunto fenómenos que presentan algún grado de organicidad, son propiedades emergentes, es decir, no se encuentran en sus elementos constituyentes por separado[2].

Para lograr entender la forma en que el autor entiende este difícil problema metodológico, es necesario recordar la distinción entre el plano de las categorías analíticas (en el que se describen los hechos) y el plano de las cosas concretamente observables (en el que ocurren los fenómenos empíricos). Para resolver esta cuestión, Parsons insiste en el carácter lógico de los conceptos que, en tanto categorías analíticas que integran un marco de referencia, sirven para establecer una relación (descripción) con entidades concretas presentes en la realidad. El concepto “por más que difiera de cualquier cosa concretamente observable, la piedra de toque es la de que el pensar en él como concretamente existente tenga sentido, que no suponga una contradicción de términos” .

            Confundir lógicamente los planos involucrados en el análisis científico, puede llevar a lo que Parsons denomina, siguiendo a Whitehead, a la concreción de la falacia inoportuna. Ella ocurre al momento de caer en el error de considerar los sistemas de categorías ideales de análisis, como provistos de existencia concreta. Para evitar la concreción de tal falacia, el autor insiste en que nunca se debe olvidar la distinción lógica que existe entre lo que denomina generalizaciones empíricas, por un lado, de los conceptos analíticos, por otro. Ambos, si bien se relacionan en el proceso de descripción sistemática de los objetos que componen la realidad, produciendo generalizaciones científicas referidas a la realidad, nunca se deben confundir. “Tales juicios pueden producir un tipo de generalización de alto valor explicativo y que es, dentro de ciertos límites, perfectamente válida. Se calificará de ‘generalizaciones empíricas’ a enunciados generales sobre la conducta posible, o probable, de tales ‘partes’ concretas, o hipotéticamente concretas, o de varias combinaciones de ellos, en circunstancias típicas dadas”.

Tales generalizaciones empíricas, que están referidas a objetos y espacios concretos y específicos de la realidad y que constituyen productos de la observación sistemática de fenómenos recurrentes y típicos, se deben distinguir de lo que Parsons denomina ELEMENTOS ANALÍTICOS. “Se debe insistir en la radical distinción lógica entre estos dos tipos de conceptos: ‘partes-tipo’ y ‘generalizaciones empíricas’, y otro que puede en sentido estricto, denominarse como conceptos analíticos. Este tipo de conceptualización supone realmente a la primera. Sean cualesquiera las unidades o partes concretas en las que se descomponga un fenómeno complejo concreto, estas unidades una vez establecidas, tendrán por necesidad lógica, atributos o cualidades generales… Es a estos atributos generales de fenómenos concretos, relevantes dentro de la estructura de un esquema de referencia descriptivo dado, y a ciertas combinaciones de ellos, a quienes se les aplicará el término de ELEMENTOS ANALÍTICOS”.

            Como se puede apreciar, la noción de ELEMENTO ANALÍTICO implica un proceso de interpenetración[3] de ambos planos de la realidad (el de las categorías ideales y el de los fenómenos empíricos), que resulta de sucesivas y sistemáticas aproximaciones a la realidad a partir de un marco conceptual de referencia particular. Esto permite que los sistemas teóricos se ajusten de mejor manera a los ámbitos específicos de la realidad a los cuales hacen referencia. Los elementos analíticos constituyen un momento de síntesis teórica que involucra tanto a los conceptos empleados para la descripción como a los fenómenos. Así el plano de las categorías de ajusta de mejor modo a las características que presentan los fenómenos empíricos, lo que no implica que aquellas puedan determinar su naturaleza (definir y describir sí; más no determinar). “La distinción partes-tipos y elementos analíticos no tiene nada que ver con el grado relativo de ‘organicidad’ de los fenómenos a los que se refieren… La ‘parte’ de un todo orgánico es una abstracción, porque no cabe concebirla existiendo en concreto, independientemente de sus relaciones con el todo. Un elemento analítico, por otra parte, es una abstracción, porque se refiere a una propiedad general, mientras que lo que efectivamente observamos es sólo su ‘valor’ concreto en el caso concreto”.

Nótese como el autor mantiene siempre separados los planos que reconoce en el estudio de la realidad. Una cosa son los objetos concretos de la realidad, que no se pueden descomponer a riesgo de destruirlos o desnaturalizarlos, y otra cosa son los sistemas teóricos de categorías con los que se observa, describe, caracteriza y analiza dicha realidad empírica. La realidad empírica sólo se puede descomponer en sus partes-tipos mediante una operación de abstracción, que es posibilitada por el sistema categorial de conceptos contenidos en el marco de referencia (elementos analíticos), que permite delimitar y analizar sus elementos y las relaciones que existen entre ellos. El propio Parsons señala que una acción puede estar provista de racionalidad de la misma forma en que un cuerpo tiene una determinada masa, es decir, se la puede caracterizar de modo genérico (la acción está provista de racionalidad) y por otra parte, determinar la magnitud que pueda presentar el atributo genérico (el grado de racionalidad de que pueda estar prevista la acción, depende del grado de información relevante para el logro de determinados objetivos por parte del individuo. Por ej: a mayor información, es probable que la acción esté provista de mayores grados de racionalidad –en este caso, de eficiencia). “Podemos decir que tal y cual cuerpo tienen una masa de x, pero no que son una masa. Podemos también decir que tal y cual acto son racionales (hasta cierto punto), pero nunca son la racionalidad, en el sentido de la cosa concreta”. En el caso del ejemplo, la racionalidad de la que pueda estar provista la acción, es un elemento que permite su caracterización, análisis y observar su relación con otros de sus elementos analíticos así como con otras acciones.

            La revisión de la postura epistemológica y metodológica de Parsons ha tenido como finalidad la forma en que concibe el estudio científico de lo que considera el objeto de estudio teórico (la acción y su estructura), y como este proceso se hace posible y plausible. “El estudio de las partes o unidades de los sistemas de acción es naturalmente clasificable en dos grupos: el de la definición y clasificación de las unidades elementales y el de la determinación de las relaciones relevantes de las unidades en los sistemas [ ] El análisis subsiguiente no es, pues, un análisis de estructura social de la máxima amplitud, sino que sólo considera la estructura social en la medida en que puede expresarse de acuerdo con el esquema de la acción. De  aquí el título: La Estructura de la Acción Social”. Con el término estructura, Parsons trata indicar la especificidad de su estudio y el nivel de la emergencia del comportamiento humano al cual estará abocado su sistema teórico: el orden social de la acción, como distinto al nivel de la estructura física y biológica en la que también la conducta de los individuos se puede explicar. 



[1] Rodriguez, D. y M. Arnold (2007): “Sociedad y Teoría de Sistemas”, Ed. Universitaria, Santiago de Chile.
[2] Lo característico y propio de un fenómeno emergente no es posible de reducir a las propiedades de los elementos, partes y/o unidades componentes, los que a través de sus relaciones permanentes e interacciones recurrentes, dan origen al fenómeno emergente en cuestión.
[3] Por el momento sólo se nombrará este concepto. Más adelante revisaremos su naturaleza, origen filosófico y relevancia teórica que tiene a lo largo de la producción teórica del autor.